La I Ultra Trail Libar Adventure fueron al final unos 59 km y más de 1600 metros de desnivel positivo. Tardé 10 horas y dejé de disfrutar en cuanto cayó la noche. Cuento más o menos que me pasó y que enseñanzas creo que debo sacar si quiero seguir acabando carreras de ultratrail.
Yo siempre salgo el último en las carreras y cuando digo el último me refiero a que detrás mía no hay nadie. Normalmente en las salidas de otras trail esa decisión me obliga a ir lento durante unos kilómetros debido a los tapones de corredores que hay delante mía, pero en esta al ser muy pocos corredores nada más pasar por el arco de meta tenía huecos para adelantar, así que me puse adelantar en plena cuesta. No llevaríamos ni 4 km cuando me dí cuenta de que estaba haciendo el imbécil, estaba con las pulsaciones muy elevadas y resoplando. Me adapté al ritmo de un grupo y seguí con ellos, esperando que se me bajase de una vez el pulso.
Llegamos al primer avituallamiento sobre el kilómetro 10, me quedaba algo de agua en los bidones y tenía un botellín pequeñito en la mochila, así que preferí no separarme del grupo en el que iba y seguir sin avituallar. Tocaba ahora una gran subida, me bebí todo el agua que me quedaba y seguía con sed. Sobre el kilómetro 15 comenzaba un llaneo, iba a empezar a trotar y noto algo en el gemelo derecho nuevo para mí. No podía andar, lo tenía como agarrotado. Supuse que eso era lo que los corredores llaman "que se te suba el gemelo" se lo dije a uno de los corredores con los que iba y los dos del CA. CORREPLAYAS de CHIPIONA se quedaron para ayudarme a estirar, muchas gracias a José María y a Javier.
Pasamos por unas vistas espectaculares de la sierra, hicimos una bajada de orientación buscando las balizas y encontramos el avituallamiento del kilómetro 21, los corredores del Correplayas me habían ofrecido de su agua pero había sido insuficiente, por lo que llegué con mucha sed a ese avituallamiento. Me bebí creo que tres vasos de agua y dos de isotónica, más naranja y plátano. Llené hasta los topes los bidones y fuimos en busca del siguiente avitullamiento que según nos dijeron estaba a 13 kilómetros.
Tras el avituallamiento del km 21 hicimos de nuevo tramos de "orientación" buscando las balizas entre los cuatro corredores que habíamos formado grupo. Hubo una subida entre espinos que si estaba bien señalizada, es decir, sí, allí estaban las balizas pero es que aquello era un zarzal...no importaba, realmente estábamos disfrutando, a pesar de tener las rodillas llenas de arañazos. Los corredores del Correplayas pusieron ritmo crucero y se empezaron a distanciar, y yo empecé a notarme cansado y me mentalizaba en trotar para cogerlos, mientras que el corredor que se había quedado conmigo me decía que fuese a mi ritmo.
Ya por zona trotable el corredor que iba conmigo, Carlos, decidió subir el ritmo pero yo no estaba para seguirlo. Empecé a recordar que no orinaba desde antes del km21, así que me paré a obligarme a orinar y aquello salía muy oscuro. Fui avanzando y dando sorbos de agua cada poco tiempo. En la última subida perdí de vista a Carlos. Tras esa subida venía un carril muy cómodo y todo hacía abajo. Me puse a modo trote y decidí no parar hasta que se acabase este carril cómodo y hacía abajo. El carril finalizaba en el tercer avituallamiento allí me encontré con José María, Javier y Carlos. Tras comentarle que estos 13 kilómetros se me habían hecho muy largos y que llevaba, al menos, 4 km sin beber agua, me dijeron que no era el único que había estado así y que no habían sido 13 si no 15 kilómetros por lo que ya estábamos en el kilómetro 36 de carrera. Repuse los bidones y no bebí tanto como quería porque empezaba a "entrarme mal" el agua. Cuando los corredores del Correplayas, emprendieron la marcha me fui con ellos ya que algo me decía que si seguía quieto allí en el avituallamiento mucho más tiempo podía ser que me sentara y no me levantara. Creo que no duré ni 4 kilómetros el ritmo de ellos, ya no estaba fino y vi como se alejaban poco a poco.
Faltarían unos 14 kilómetros, y tenía claro que iba a seguir trotando cada vez que pudiese. Aquí el recuerdo se me empieza a distorsionar, en uno de los trotes empezó a dolerme el lado derecho por atrás, resulta que kilómetros atrás pegué un tropezón con amago de caída e hice fuerza con los abdominales para que según iba avanzando no caerme y noté como un pinchazo por la zona abdominal. Ahora me venía ese dolor en el lado derecho por atrás y no sabía si podía ser de ese pinchazo o de falta de agua. Eso me hizo replantearme y mucho el ritmo del trote.
Esta zona en solitario para mí fue preciosa, preciosa la zona porque yo estaba tieso, iba paralelo al río y pasé junto a un árbol caído al que no le hice una foto porque ya hacía tiempo que me había quedado sin batería, pero era todo una estampa maravillosa. Mientras esas escenas de postal discurrían frente a mis ojos yo cada vez me notaba peor, no me atrevía a trotar por no tener muy claro que era ese dolor y empezaba a tener mucho frío. Tiritaba, pero no quería parar a coger el cortavientos, me dolía la barriga pero no quería parar a intentar "hacer aguas mayores". Al final, me vino algo de cordura y paré a buscar el cortavientos...hay que ser tonto para hacer lo que yo hice de no parar antes, empecé a notar algo de confort por primera vez en kilómetros. Al poco llegué al avituallamiento, hacía bastante frío y allí estaban los voluntarios con un caldito calentito. Me tomaron por primera vez en toda la carrera nota del dorsal, repuse agua e intenté tomarme el caldo pero al llevármelo a la boca su sabor me trajo recuerdos de lo que me pasó en el cuartel en la 101 y no pude bebérmelo. Les pedí disculpas por no poder tomarme el caldo, les dí las gracias a los voluntarios y seguí camino. Era un carril con bajada suave en el que se podría haber trotado si hubiese estado en mejores condiciones, me conformé con ir a paso ligero. Le prometí a mi mujer que nunca pondría en peligro mi salud por hacer el tonto en una ultra, y estas tiriteras, el dolor en el lado decho-trasero y el color de la orina no invitaban a muchos alardes.
Sabía que la noche me iba a pillar y que en breve tendría que volver a parar buscar el frontal, aproveché una mesa de madera con unos bancos que había al lado del carril para hacerlo. Descubrí que el frontal llevaba tiempo encendido en la mochila y que tenía poca fuerza la luz, pensé que si el carril seguía como hasta ahora tampoco sería necesario cambiar las pilas.
Puedo asegurar que hasta este momento el tema de las balizas no me había molestado mucho ya que me lo había tomado como "una aventura de orientación" pero a partir de aquí sí me sentí bastante molesto con la balización, sobre todo porque según el reglamento a partir del kilómetro 35 habría cintas reflectantes y luces led.
Iba por ese carril cómodo con ligera bajada, andando a un ritmo rápido cuando me encuentro una bifurcación sin balizas ni en un lado ni en otro, aquí empecé, de verdad, a mosquearme con el tema balizas. Decidí hacer el cambio de pilas, ya que tal vez no veía la baliza por falta de luz. Se me había echado la noche encima y descubrí la dificultad de cambiar las pilas de un frontal sin ninguna luz más de ayuda. Abrí la tapa de las pilas con el frontal encendido y memoricé la disposición de las pilas, sin quitar el dedo de encima para tenerlas localizadas, y las otras ya en la mano, quité la primera pila, se hizo la oscuridad e hice el cambio de pilas "sin problemas".
Ya tenía el frontal con un buen haz de luz, pero seguía en ese cruce pensando que hacer. Aunque el carril por el que yo iba seguía hacia abajo, no había nada que me indicase que no fuese por el otro que iba hacia arriba, en esas estaba cuando veo que descendía un coche por el carril que yo pensaba subir, me puse a esperarlo y cuando llegó a mi altura le hice señas para pararlo y preguntarle. El conductor, con cara molesta, me dijo que por ese carril no había ningún corredor y que ese carril era un carril privado por el que no tenía que haber nadie, le pregunté si hacia abajo estaba Montejaque y me dijo de muy malos modos que sí. Espero que algún día él se encuentre en alguna tesitura parecida a la mía y le contesten de la misma forma. Seguí para abajo y resulta que había un voluntario de protección civil que nos hacía bajar por un desvio. Es decir, casi 15 minutos parado sin saber que hacer y tenía un voluntario de protección civil a menos de cuatrocientos metros pero que como estaba tras una curva no lo veía. Lo repito porque es de traca, como a alguién no le pareció importante poner una baliza en un cruce (porque el sería del pueblo y para él era evidente que para arriba era camino particular que no iba a Motejaque) estuve 15 minutos parado sin saber que hacer y cambiando las pilas de un frontal a oscuras, teniendo a cuatrocientos metros un voluntario de protección civil. En este carril hubo un tramo donde no había forma de salirse del carril con dos balizas seguidas...
Cuando el voluntario me desvió y miré para atrás para cruzar el carril (en ese momento pasaba el conductor agradable) ví aparecer el frontal de un corredor a lo lejos, eso me dió algo de fuerzas, debía intentar que no me pillara. Hice una bajada y luego un llaneo por arena, por lo que parecía el lecho de un río. Iba caminando rápido, casi a trote y no paraba de barrer con el frontal la oscuridad en busca de balizas, muy pocas, blancas y cada vez más pequeñas. Antes de llegar a la subida me pilló el corredor, era de la carrera larga y como yo tengo un acento muy cerrado chiclanero no se enteraba de nada de lo que yo le decía. Así que compartirmos camino pero sin apenas hablar. En esta subida saqué por primera vez los palos y ya los usé hasta la meta. Mi nuevo acompañante era mucho más hábil que yo (o estaba menos fundido) subiendo cuestas con palos pero se veía obligado a ir a mi ritmo porque no veía ni una baliza. Tras la subida, atravesamos una carretera, donde había dos voluntarios de protección civil controlando el tráfico, y alguien que debía ser de la organización nos dijo que siguiéramos siempre hacia abajo "aunque no viésemos balizas" que abajo ya veríamos las luces del avituallamiento.
A pesar de saber que es "para abajo" a uno le gusta ir encontrando balizas para saber que no se ha desviado y va acabar en un cortado o muy desviado del avituallamiento. Desde el cruce de la carretera hasta el avituallamiento apenas vimos tres balizas minúsculas, de nuevo de las blancas. Seguía con ese frío interno y la cabeza parecía que me iba a estallar y tenía mucho frío en la cabeza (me quité la gorra al ponerme el frontal). Mi compañero estaba muy molesto y cada vez que yo le decía que "palante" me preguntaba que si es que había visto la baliza y yo trataba de explicarle de nuevo que no, que lo hacía porque así me lo había dicho el del cruce, y así hasta que mi compañero me volvía a decir que llevábamos mucho tiempo sin ver una baliza y que ese podía ser un camino erróneo. Yo me apagaba el frontal y le señalaba unas luces que se veían al fondo y le decía que daba igual por la izquierda, por la derecha o por donde, pero que había que llegar allí abajo a esas luces. Poco a poco fuimos encontrado lo que parecía la senda correcta y mi compañero me dijo que en la desviación iba a hacer la carrera de 55km y no la de 99km...le dije que me parecía buena idea que la noche se había puesto muy fría, y me miró como pensando "este tío es tonto" contestándome que no se retiraba por frío, que con eso él ya contaba. Que se retiraba porque el venía a hacer una ultra, no para estar perdido en una sierra y que si hasta ahora era así no se fiaba de lo que se podía encontrar más adelante. Vimos por fin las luces del avituallamiento y mi compañero se adelantó, dejándome ver todo lo que me falta a mí de practicar con los palos.
Cuando llegué al avituallamiento ya mi acompañante llevaba tiempo hablando con los voluntarios, dí mi dorsal, reposté agua. Y empecé a hablar un poco con los voluntarios, mi acompañante siguió hacia delante. Les dí varias veces las gracias por estar allí, porque allí hacía un frío y un viento "pa quedarse pajarito", y les pregunté que cuanto quedaba y me dijeron que 4 kilómetros. No sé si estaba mal medido o yo ya estaba fundido del todo, pero para mí aquello fueron más de 4 kilómetros. Al poco de dejar el avituallamiento, me paré para ponerme la braga en la cabeza, esto ha sido uno de las grandes errores mios de esta carrera: tardar demasiado en sacar el cortavientos y ahora la braga para la cabeza. Pero es por no parar, quitarme la mochila, buscar, volver a ponérmela...y eso tengo que aprender que es necesario hacerlo.
Bueno, ya tenía mi braga en la cabeza, el dolor de cabeza seguía pero estaba algo más cómodo. Seguía subiendo y seguía pensando en lo mal que estaba balizada esta última zona (desde el cruce de la carretera hasta aquí) me detuve en un cruce de senderos donde de nuevo me quedé impresionado por lo mal balizado que estaba. Se podía coger o a la izquierda o seguir subiendo y no había baliza cercana, mi memoria me decía que era hacia arriba (esta zona empezaba a resultarme familiar de la 101) seguí hacía arriba y al poco veo un frontal por mi izquierda-abajo, era el otro corredor que había cogido por el otro sendero. Tras hacerle señas nos reagrupamos y seguimos juntos. Pasamos por delante de la ermita, yo ya sabía que íbamos bien y que debíamos buscar la bajada "rompepiernas" asfaltada. El seguía convencido de que íbamos mal, de nuevo me apagué el frontal y le señalé un resplandor que se veía, me preguntó si estaba viendo una baliza y le contesté que no, que lo que le señalaba era el resplandor, que aquello era el pueblo y que daba igual ya las balizas que la cosa era seguir recto.
Llegamos a la bajada asfaltada, de nuevo mi acompañante me demostró todo lo que me queda por aprender de andar con palos. Una vez abajo había otro voluntario de protección civil que nos señalaba el camino ya a meta.
Ya íbamos andando por la acera, con los palos en la mano. El pueblo estaba vacío y muy oscuro, mis pensamientos eran llegar, cargar el móvil para llamar a mi mujer para decirle que estaba bien y que aún iba a tardar, porque me propuse buscar un restaurante y comerme una pizza...
La llegada a meta, qué cuento yo de la llegada a meta. Faltarían doscientos metros, me apagué el frontal ya que en las nocturnas que hice en agosto aprendí que para salir en las fotos de llegada a meta hay que apagar el frontal, y empiezo a ver el arco de meta y oscuridad. Eso es lo que había, la plaza vacia, soledad, oscuridad, y el arco de meta hinchable movido por el viento. No había nadie de la organización, ví un bar y me dirigí hacia él a preguntar o a tomarme un café y en la puerta había un señor mayor, le pregunté que donde estaba la meta y me contestó: " ¿Meta? ¡Andá, entra en la oficina y pregunta ahí dentro! ¡Meta va a haber aquí!"
Una vez en la oficina ví a un chaval con la cara roja y un ordenador, dí mi dorsal y me dieron el recuedo-medalla de finisher. Tuve que preguntar por mi tiempo y la chica que me había dado el recuerdo me dijo que si quería tomar algo de un avituallamiento con frutas que había. Mi acompañante le quiso dar quejas al informático y este lo paró en seco y le dijo que las quejas al organizador y nos lo señaló, estaba hablando con tres guardias civiles, que al parecer habían ido a informarse sobre el trayecto ya que por lo visto habían recibido llamadas de corredores preocupados por la seguridad de los que aún estaban en carrera. El otro corredor se quedó, pero yo lo que quería era irme. Quería cargar el móvil, llamar a mi mujer, e irme.
Tras todo esto, ya he leído crónicas de otros corredores y opiniones para todos los gustos. Yo solo quiero decir que el recorrido ha sido espectacular y aunque no hubiese habido fallos en el balizaje, que los hubo, seguiría opinando lo mismo de la organización.
Gracias de todo corazón a los voluntarios vosotros de 10.
Esta zona en solitario para mí fue preciosa, preciosa la zona porque yo estaba tieso, iba paralelo al río y pasé junto a un árbol caído al que no le hice una foto porque ya hacía tiempo que me había quedado sin batería, pero era todo una estampa maravillosa. Mientras esas escenas de postal discurrían frente a mis ojos yo cada vez me notaba peor, no me atrevía a trotar por no tener muy claro que era ese dolor y empezaba a tener mucho frío. Tiritaba, pero no quería parar a coger el cortavientos, me dolía la barriga pero no quería parar a intentar "hacer aguas mayores". Al final, me vino algo de cordura y paré a buscar el cortavientos...hay que ser tonto para hacer lo que yo hice de no parar antes, empecé a notar algo de confort por primera vez en kilómetros. Al poco llegué al avituallamiento, hacía bastante frío y allí estaban los voluntarios con un caldito calentito. Me tomaron por primera vez en toda la carrera nota del dorsal, repuse agua e intenté tomarme el caldo pero al llevármelo a la boca su sabor me trajo recuerdos de lo que me pasó en el cuartel en la 101 y no pude bebérmelo. Les pedí disculpas por no poder tomarme el caldo, les dí las gracias a los voluntarios y seguí camino. Era un carril con bajada suave en el que se podría haber trotado si hubiese estado en mejores condiciones, me conformé con ir a paso ligero. Le prometí a mi mujer que nunca pondría en peligro mi salud por hacer el tonto en una ultra, y estas tiriteras, el dolor en el lado decho-trasero y el color de la orina no invitaban a muchos alardes.
Sabía que la noche me iba a pillar y que en breve tendría que volver a parar buscar el frontal, aproveché una mesa de madera con unos bancos que había al lado del carril para hacerlo. Descubrí que el frontal llevaba tiempo encendido en la mochila y que tenía poca fuerza la luz, pensé que si el carril seguía como hasta ahora tampoco sería necesario cambiar las pilas.
Puedo asegurar que hasta este momento el tema de las balizas no me había molestado mucho ya que me lo había tomado como "una aventura de orientación" pero a partir de aquí sí me sentí bastante molesto con la balización, sobre todo porque según el reglamento a partir del kilómetro 35 habría cintas reflectantes y luces led.
Iba por ese carril cómodo con ligera bajada, andando a un ritmo rápido cuando me encuentro una bifurcación sin balizas ni en un lado ni en otro, aquí empecé, de verdad, a mosquearme con el tema balizas. Decidí hacer el cambio de pilas, ya que tal vez no veía la baliza por falta de luz. Se me había echado la noche encima y descubrí la dificultad de cambiar las pilas de un frontal sin ninguna luz más de ayuda. Abrí la tapa de las pilas con el frontal encendido y memoricé la disposición de las pilas, sin quitar el dedo de encima para tenerlas localizadas, y las otras ya en la mano, quité la primera pila, se hizo la oscuridad e hice el cambio de pilas "sin problemas".
Ya tenía el frontal con un buen haz de luz, pero seguía en ese cruce pensando que hacer. Aunque el carril por el que yo iba seguía hacia abajo, no había nada que me indicase que no fuese por el otro que iba hacia arriba, en esas estaba cuando veo que descendía un coche por el carril que yo pensaba subir, me puse a esperarlo y cuando llegó a mi altura le hice señas para pararlo y preguntarle. El conductor, con cara molesta, me dijo que por ese carril no había ningún corredor y que ese carril era un carril privado por el que no tenía que haber nadie, le pregunté si hacia abajo estaba Montejaque y me dijo de muy malos modos que sí. Espero que algún día él se encuentre en alguna tesitura parecida a la mía y le contesten de la misma forma. Seguí para abajo y resulta que había un voluntario de protección civil que nos hacía bajar por un desvio. Es decir, casi 15 minutos parado sin saber que hacer y tenía un voluntario de protección civil a menos de cuatrocientos metros pero que como estaba tras una curva no lo veía. Lo repito porque es de traca, como a alguién no le pareció importante poner una baliza en un cruce (porque el sería del pueblo y para él era evidente que para arriba era camino particular que no iba a Motejaque) estuve 15 minutos parado sin saber que hacer y cambiando las pilas de un frontal a oscuras, teniendo a cuatrocientos metros un voluntario de protección civil. En este carril hubo un tramo donde no había forma de salirse del carril con dos balizas seguidas...
Cuando el voluntario me desvió y miré para atrás para cruzar el carril (en ese momento pasaba el conductor agradable) ví aparecer el frontal de un corredor a lo lejos, eso me dió algo de fuerzas, debía intentar que no me pillara. Hice una bajada y luego un llaneo por arena, por lo que parecía el lecho de un río. Iba caminando rápido, casi a trote y no paraba de barrer con el frontal la oscuridad en busca de balizas, muy pocas, blancas y cada vez más pequeñas. Antes de llegar a la subida me pilló el corredor, era de la carrera larga y como yo tengo un acento muy cerrado chiclanero no se enteraba de nada de lo que yo le decía. Así que compartirmos camino pero sin apenas hablar. En esta subida saqué por primera vez los palos y ya los usé hasta la meta. Mi nuevo acompañante era mucho más hábil que yo (o estaba menos fundido) subiendo cuestas con palos pero se veía obligado a ir a mi ritmo porque no veía ni una baliza. Tras la subida, atravesamos una carretera, donde había dos voluntarios de protección civil controlando el tráfico, y alguien que debía ser de la organización nos dijo que siguiéramos siempre hacia abajo "aunque no viésemos balizas" que abajo ya veríamos las luces del avituallamiento.
A pesar de saber que es "para abajo" a uno le gusta ir encontrando balizas para saber que no se ha desviado y va acabar en un cortado o muy desviado del avituallamiento. Desde el cruce de la carretera hasta el avituallamiento apenas vimos tres balizas minúsculas, de nuevo de las blancas. Seguía con ese frío interno y la cabeza parecía que me iba a estallar y tenía mucho frío en la cabeza (me quité la gorra al ponerme el frontal). Mi compañero estaba muy molesto y cada vez que yo le decía que "palante" me preguntaba que si es que había visto la baliza y yo trataba de explicarle de nuevo que no, que lo hacía porque así me lo había dicho el del cruce, y así hasta que mi compañero me volvía a decir que llevábamos mucho tiempo sin ver una baliza y que ese podía ser un camino erróneo. Yo me apagaba el frontal y le señalaba unas luces que se veían al fondo y le decía que daba igual por la izquierda, por la derecha o por donde, pero que había que llegar allí abajo a esas luces. Poco a poco fuimos encontrado lo que parecía la senda correcta y mi compañero me dijo que en la desviación iba a hacer la carrera de 55km y no la de 99km...le dije que me parecía buena idea que la noche se había puesto muy fría, y me miró como pensando "este tío es tonto" contestándome que no se retiraba por frío, que con eso él ya contaba. Que se retiraba porque el venía a hacer una ultra, no para estar perdido en una sierra y que si hasta ahora era así no se fiaba de lo que se podía encontrar más adelante. Vimos por fin las luces del avituallamiento y mi compañero se adelantó, dejándome ver todo lo que me falta a mí de practicar con los palos.
Cuando llegué al avituallamiento ya mi acompañante llevaba tiempo hablando con los voluntarios, dí mi dorsal, reposté agua. Y empecé a hablar un poco con los voluntarios, mi acompañante siguió hacia delante. Les dí varias veces las gracias por estar allí, porque allí hacía un frío y un viento "pa quedarse pajarito", y les pregunté que cuanto quedaba y me dijeron que 4 kilómetros. No sé si estaba mal medido o yo ya estaba fundido del todo, pero para mí aquello fueron más de 4 kilómetros. Al poco de dejar el avituallamiento, me paré para ponerme la braga en la cabeza, esto ha sido uno de las grandes errores mios de esta carrera: tardar demasiado en sacar el cortavientos y ahora la braga para la cabeza. Pero es por no parar, quitarme la mochila, buscar, volver a ponérmela...y eso tengo que aprender que es necesario hacerlo.
Bueno, ya tenía mi braga en la cabeza, el dolor de cabeza seguía pero estaba algo más cómodo. Seguía subiendo y seguía pensando en lo mal que estaba balizada esta última zona (desde el cruce de la carretera hasta aquí) me detuve en un cruce de senderos donde de nuevo me quedé impresionado por lo mal balizado que estaba. Se podía coger o a la izquierda o seguir subiendo y no había baliza cercana, mi memoria me decía que era hacia arriba (esta zona empezaba a resultarme familiar de la 101) seguí hacía arriba y al poco veo un frontal por mi izquierda-abajo, era el otro corredor que había cogido por el otro sendero. Tras hacerle señas nos reagrupamos y seguimos juntos. Pasamos por delante de la ermita, yo ya sabía que íbamos bien y que debíamos buscar la bajada "rompepiernas" asfaltada. El seguía convencido de que íbamos mal, de nuevo me apagué el frontal y le señalé un resplandor que se veía, me preguntó si estaba viendo una baliza y le contesté que no, que lo que le señalaba era el resplandor, que aquello era el pueblo y que daba igual ya las balizas que la cosa era seguir recto.
Llegamos a la bajada asfaltada, de nuevo mi acompañante me demostró todo lo que me queda por aprender de andar con palos. Una vez abajo había otro voluntario de protección civil que nos señalaba el camino ya a meta.
Ya íbamos andando por la acera, con los palos en la mano. El pueblo estaba vacío y muy oscuro, mis pensamientos eran llegar, cargar el móvil para llamar a mi mujer para decirle que estaba bien y que aún iba a tardar, porque me propuse buscar un restaurante y comerme una pizza...
La llegada a meta, qué cuento yo de la llegada a meta. Faltarían doscientos metros, me apagué el frontal ya que en las nocturnas que hice en agosto aprendí que para salir en las fotos de llegada a meta hay que apagar el frontal, y empiezo a ver el arco de meta y oscuridad. Eso es lo que había, la plaza vacia, soledad, oscuridad, y el arco de meta hinchable movido por el viento. No había nadie de la organización, ví un bar y me dirigí hacia él a preguntar o a tomarme un café y en la puerta había un señor mayor, le pregunté que donde estaba la meta y me contestó: " ¿Meta? ¡Andá, entra en la oficina y pregunta ahí dentro! ¡Meta va a haber aquí!"
Una vez en la oficina ví a un chaval con la cara roja y un ordenador, dí mi dorsal y me dieron el recuedo-medalla de finisher. Tuve que preguntar por mi tiempo y la chica que me había dado el recuerdo me dijo que si quería tomar algo de un avituallamiento con frutas que había. Mi acompañante le quiso dar quejas al informático y este lo paró en seco y le dijo que las quejas al organizador y nos lo señaló, estaba hablando con tres guardias civiles, que al parecer habían ido a informarse sobre el trayecto ya que por lo visto habían recibido llamadas de corredores preocupados por la seguridad de los que aún estaban en carrera. El otro corredor se quedó, pero yo lo que quería era irme. Quería cargar el móvil, llamar a mi mujer, e irme.
Tras todo esto, ya he leído crónicas de otros corredores y opiniones para todos los gustos. Yo solo quiero decir que el recorrido ha sido espectacular y aunque no hubiese habido fallos en el balizaje, que los hubo, seguiría opinando lo mismo de la organización.
Gracias de todo corazón a los voluntarios vosotros de 10.
Agobiado sólo de leerte
ResponderEliminarImaginandome reventao dolorido casi perdido
Para mí sería angustioso.... normal q llamarán a los guardias
Buena crónica ....un saludo
Gracias por comentar architeutys.
ResponderEliminarSi esto hubiese sido una salida particular con los amigos habría sido hasta una "aventura" para contar. Pero como ultra organizada no estaba bien, por mucho que fuese de autosuficiencia, quiero dejar claro que nunca, en ningún momento hubo peligro, pero estar parado en un cruce de senderos porque no hay balizas....aquí al fin y al cabo estamos en una carrera y a nadie nos gusta perder ni un minuto por cuestión de un mal balizaje.
Gracias y un saludo